Cuenta el señor Ricardo Montoya, un hombre de 69 años de edad, pensionado de Ecopetrol, que hace más o menos 25 años sucedió una historia donde unas personas cayeron en una trampa por confiar.
Pedro González (empleado fijo de Ecopetrol), sacó en un camión en la madrugada una pieza valiosa de refinería que negoció en un taller grande en el muelle; el dinero de esta venta la repartió con dos compañeros temporales, estos a su vez no estuvieron de acuerdo con la poca cantidad que Pedro les dio pero este les aseguró que no habían pagado más.
Pasados los días, los señores le comentaron los hechos al ingeniero, jefe del grupo, quien inmediatamente tomo nota de la queja y pactó con los dos empleados temporales lo siguiente: "si ustedes me firman la declaración del hurto, les daré los formularios para que ustedes los diligencien y queden fijos"; ante esta oferta tan tentadora y por el bien de sus familias, aceptaron.
Días después el jefe de personal llamó al señor Pedro González y le entregó la carta de despido.
De los dos empleados temporales se supo que más nunca los llamaron a trabajar, pues quedaron vetados por Ecopetrol.
Conclusión:
"Hay que confiar siempre en nuestros principios, para no vernos involucrados en situaciones muy delicadas para nuestra vida"
Nota: los nombres han sido cambiados para preservar la identidad de los involucrados.
Laura: Desafortunadamente el actuar de manera deshonesta sólo trae consecuencias amargas, como las trae el afán de venganza o de revancha. Una anécdota traída de la vida real que nos ilustra sobre los riesgos de la actuación deshonesta. Felicitaciones!
ResponderEliminar