Estamos hoy en día en una sociedad inmersa en un pensamiento en el que cada cual vale de acuerdo a lo poseído de manera material, deslindándose de toda herencia moral. En donde debido al infranqueable y desmesurado consumismo se afectó la conciencia del “propio yo”, dando como consecuencia un decaimiento de el valor puramente humano.
Los valores han sido sepultados bajo el escombro de lo que algún día los antiguos pensadores llegaron a imaginar en una sociedad futura, pero contrariamente a esto surge la necesidad del hombre por deshumanizarse. Una contracultura genéticamente trasmitida a cada nuevo espécimen procreado.
Es por eso, que actualmente debemos inculcar en el individuo actual la honestidad, un valor al parecer olvidado en los escaparates literarios que competen a la ética, para así perfeccionarnos continuamente, con la mera necesidad de transformar al mundo de un sueño utópico a una realidad tangible y humana
El significado dado a los valores, depende de nuestra concepción de lo bueno y lo malo, y para juzgarlo como adecuado necesitamos compararlo. Es aquí pues que dentro de la moral de cada tiempo y lugar los valores adquieran un sentido particular atribuido por el hombre.
Cuando comenzamos a hablar de valores nos llega a la mente instantáneamente la relación entre palabras como “lo bueno”, “lo malo” y “lo adecuado”, un sistema de creencias innatas en cada individuo que nos llevan a juzgar críticamente en cada acción el tipo de conducta.
“Al ser definidos por el hombre, los valores sólo aplican al propio hombre y a las cosas que concibe materialmente.” Estos últimos adquieren el valor pero debido a su estrecha relación con el hombre tanto de manera subjetiva como objetiva
Nadie me comprende aunque soy honesto”. Esto no es ser honesto. La honestidad sale a relucir como un diamante sin defectos, que no permanece escondido su brillo, porque tanto nuestro interior como nuestro exterior son el reflejo uno del otro.
Ser interiormente de una forma y exteriormente de otra, crea barreras y puede causar daño, porque nunca podremos estar cerca de los demás ni los demás querrán estar cerca nuestro
La integridad de una persona esta entrañada en la honestidad. “Un ser humano que muestra indudablemente la confianza, la seguridad, el respaldo y la confidencia.”S Cualidades codiciadas por el sector de la humanidad que desea vivir y dejar vivir.
El hombre honesto como ser social propicia a su alrededor un ambiente de confianza en donde los demás así como él mismo mejoran continuamente, donde se crean personas de bien gracias a la rectitud que allí se respira. Si no confiamos o desconfían de nosotros entonces es en este caso en donde las amistades se rompen en todos los ámbitos en los que nos relacionamos en la sociedad, pues nuestras promesas serán vanas y nuestra actitud será tan cerrada que solamente veremos los defectos ajenos y no los propios, no valoraremos las cualidades ni trataremos de tenerlas en nosotros.
jueves, 3 de noviembre de 2011
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Andrés: aunque no relatas alguna anécdota, tu reflexión es muy profunda y contemporánea; tienes alma de humanista y de pensador. Desarrolla las capacidades intelectuales que están detrás de este valioso escrito y contribuye, con ello, a la construcción de una mejor sociedad. Felicitaciones.
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