Asisto al Club a practicar deporte de lunes a viernes. Mi mamá me daba dien mil pesos diarios ($10.000) para el transporte y para el agua. Un día me propusieron un trato que consistía en que le pagara a un señor particular una cuota fija de noventa mil pesos ($90.000) para el transporte, fuera o no al Club. De inmediato acepté el trato pensando que era un buen negocio pues me ganaría ciento treinta mil pesos ($130.000) en un mes y sin tener que trabajar.
Yo tenía planes con ese ahorro, pero a los dos días de iniciado el negocio mi mamá me descubrió y de ninguna manera estuvo de acuerdo, mucho menos mi papá. Entonces ocurrió lo que no esperaba puesto que mis padres de inmediato averiguaron todo y desbarataron el acuerdo.
Por lo ocurrido mis padres me sancionaron y perdí su confianza. Si hubiera sido honesto con ellos tendría su apoyo; pero fué más grande mi codicia. Actuar a escondidas no es una buena decisión porque te metes en problemas y dañas la relacíones con tus padres que son seres que te aman y te cuidan.
La mentira y el engaño nos exclavizan y más temprano que tarde la verdad sale aflora para mostrar las consecuencias de nuestros errores. No vale la pena ser deshonestos.
domingo, 30 de octubre de 2011
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Judabacely: Cuánto me gusta lo que has escrito! A veces, nos podemos involucrar en tratos o negocios que no son del todo transparentes, sin pensar en el deterioro de las relaciones interpersonales que nuestra codicia puede causar. Tú lo has dicho de manera precisa: "No vale la pena ser deshonestos". Felicitaciones.
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